Se comenzó a escribir el presente libro hace muchos años, cuando comprobamos que un escudo de Badarán era el escudo “Ruiz de Gopegui”. Y además,  tuvimos la suerte  de que dicho  escudo tenía colgada,  en su parte inferior,  la Cruz de la Orden de Santiago. .......

 

Siguiendo esta pista, y tras pasar por Madrid y Valladolid, hemos tenido la buena estrella de poder contar con el tiempo suficiente para investigar en las parroquias de Torrecilla, de Cañas y de Hormilla , así como de otras más, tales como el Archivo Diocesano de Logroño.


Ha merecido la pena rebuscar en estos archivos, puesto que no se han perdido muchos datos que andábamos buscando, y que hemos sacado de esos legajos para que les dé la luz y nos informe a nosotros, sus herederos.


Así, hemos aprendido la importancia que tenía, en aquellos años, tener colgado en la fachada de tu casa un escudo de nobleza .


Vamos a citar sólo dos razones: la primera, que quien tenía un escudo en su fachada, no estaba inscrito en la “lista de pecheros”, ( los pecheros eran los que pagaban impuestos a otro noble, al monasterio más cercano, al rey...).


Y otra razón muy importante, era que , en aquellos años, muy a menudo había paso de ejércitos camino de otras tierras que hacían noche en el pueblo; esto significaba que había que dar alojamiento y cena a soldados y caballerías, Pero claro: las casa que tenían un escudo en su fachada acogía solamente a los oficiales, que siempre era algo mejor...


Los archivos nos han enseñado que Juan de Gopegui, vecino de Hormilla, cambió el apellido de su hijo para ponerle Juan Ruiz de Gopegui.


Es muy curioso, y no deja de ser triste, leer cuántas mañanas de domingos, después de la misa mayor, nuestros antepasados tenían que reunirse en la sacristía de la iglesia de Canillas, con un escribiente como testigo que tomaba nota y apuntaba todo, para demostrar su origen hidalgo, y poder así borrarse de la lista de pecheros para el Monasterio de Cañas.


También es interesante, comprobar que tenían que coger testigos, costearles el viaje a hasta Valladolid y testificar en la Real Chancillería sobre sus orígenes nobles. Recordamos que estos viajes duraban varios meses, con lo que eso significaba.


Sabemos que nuestra abuela Guadalupe tuvo doce hijos, entre ellos dos gemelos: Sus nombres: Marciana (que murió con poco mas de un año de edad), Lucinea Pilar, Socorro, Silvestre Florentino, Gregorio Amador, Tomas Jesús, Basilio Marciano, Tirso Arturo, Amador (que murió con pocos dias de edad), Benedicto y Benedicta, y Sara (que murieron al poco de nacer).


Sabemos que al abuelo Alfredo lo bautizaron dos veces: la primera vez, temiendo por su vida, lo bautizó una vecina del pueblo de Canillas, donde nació; y la segunda, como se salvó de la muerte, fue el cura del pueblo, que se llamaba.Domingo Rojo. Está escrito:
“ y el cura de la parroquia de San Martin de Canillas. Testigos fueron Fortunato Lerena, de Canillas, y Roman Samaniego, natural de Huercanos. Puse por nombre Alfredo, cuyo niño fue socorrido con la agua natural y en bautismo privado por D. Arturo Garcia, medico de este pueblo, por temerse a su nacimiento de su existencia.Y no pudiendo enterarme de su ejecucion por hallarse ausente el predicho bautizante, hice comparecer ante mi a Maria Murga, vecina de Torrecilla sobre Alesanco, unico testigo que presencio, segun me informaron, la ejecucion del predicho bautismo privado, y por su relacion me parecio ser dudoso dicho bautismo, y por lo mismo antepuse al verterle el agua en el bautismo solemne "si non est baptizatus", es hijo legitimo de Manuel Ruiz de Gopegui y de Pilar Ibarra, esta natural de Briones, y él natural y vecino de Canillas.”


En fin, éstas y otras anécdotas y curiosidades están aquí, el fruto del trabajo que tan felizmente ponemos a disposición de todos los Ruiz de Gopegui.